Se vende mucho menos vino en el mercado
interno que hace 50 años, pero se exporta más y de mejor calidad. Una
producción que requiere mayor cercanía con la tierra y debió reconvertirse por
completo para competir. El impuesto que impulsaba el gobierno hubiera ahogado a
los productores. La visión de un productor rosarino.
Alejandro Mangiaterra | Cruz del Sur
La polémica que concitó el impuesto al
vino, que fue revisto por el gobierno nacional después del gran rechazo del
sector vitivinícola, puso en escena la difícil situación que atraviesan los
productores. Los números del último año fueron negativos y se condicen con una
línea descendente sostenida en los últimos tiempos: el impuesto “hubiera sido
un yunque atado al cuello de los productores”, dijo Enrique Carelli hijo, uno
de los productores rosarinos –con finca en Mendoza– quien junto con su hermano
Lucas y su padre Enrique continúan con el legado de Santos, su abuelo, al
frente de la bodega Carelli desde 1943.