miércoles, 8 de noviembre de 2017

“Si estás pendiente de lo que se diga de vos empezás a dudar de tu trabajo”



A un año de haber asumido la responsabilidad de formar jugadores en las Divisiones Menores de Newell’s, Martín Mackey realiza un balance del proyecto que aún está en etapa germinal pero que tiene aristas para empezar a analizar. El hombre al que lo motorizan los desafíos encontró en la posibilidad de elevar su propia vara de exigencia en la Lepra, en un contexto diferente, con mayor exposición y en un contexto desfavorable.


Alejandro Mangiaterra | Cruz del Sur

—¿Por qué decidiste hace un año cambiar el confort que tenías en la UAR y asumir este nuevo proyecto?

 —Fueron 7 años alucinantes, de mucho esfuerzo, de mucho tiempo fuera de mi casa y de mucho estudio. Yo estaba en un lugar en el que –aunque nadie tiene nada asegurado– yo podría haber seguido desarrollando mi trabajo muchos años más. Mi función estaba mucho más allá de si Los Pumas ganaban o perdían. Siento que cuando me fui dejé una UAR mucho mejor que la encontré cuando llegué. Para algunos los resultados habrán sido buenísimos, para otros no tanto, pero eso tiene que ver con lo que ve el de afuera. Nosotros internamente, los que trabajamos ahí, sabemos que lo que se construyó fue impresionante. De una estructura amateur pasamos a jugar el Rugby Championship, el Súper Rugby, terminar cuartos en un Mundial con un producto netamente desarrollado en tu país. Por eso, fue una decisión de vida tomar este desafío en Newell’s.


—¿Por qué cambiar todo eso?

—Para mí el partido con Irlanda (que permitió el acceso a la semifinal del Mundial 2015), en lo profesional, fue lo más importante que me pasó en la vida. Personalmente viví cosas increíbles en ese partido. Se jugaban algunas cosas hasta familiares: mi apellido es irlandés, fui a un colegio irlandés, muchos de los chicos que jugaron ahí estaban en el Munster cuando yo fui a aprender, el club fue muy hospitalario conmigo, paré en la casa de Paul O’Connell, sentía un gran aprecio por alguno de esos chicos. Además, el partido, con lo espectacular que fue, agregado con que el try de la victoria lo hace Juan Imhoff, un chico que conozco desde los 11 años, de Rosario, de Duendes y uno de los jugadores que ayudamos a formar, fue algo indescriptible. El abrazo con amigos de toda la vida como Aspirina Pérez, Pablo Bouza y con todo el staff, la despedida de la gente, que se subía al techo del colectivo para festejar, todo eso, tocó alguna fibra en mí. Cuando se alcanza algo tan fuerte es difícil volver a casa y decir “bueno, hay que empezar todo de nuevo”. Sentí que había que habíamos cerrado un círculo. Y justo llega la chance de un nuevo desafío de Newell’s. La idea de volver al deporte que realmente practiqué de chico, en Rosario, mi casa; en Newell’s, el club del que soy hincha movieron algunas cosas en mí.

—¿Alguno de todos esos amigos que hiciste en el rugby te preguntó si estabas loco por meterte en el fútbol?



—Todos. De cualquier manera, a pesar de que es muy necesario escuchar a la gente que te rodea, yo siempre me he movido escuchando más lo que me pasa a mí. Lo que siento es que en el momento en que me llegó la propuesta yo ya lo había decidido. Por eso, más allá de que la gente pueda decirte que estás loco, hoy confirmo estando adentro del fútbol que lo que se ve desde afuera está distorsionado. Se dimensiona mucho más que lo que realmente es. En el fútbol hay gente muy capaz, eso es lo que encontré acá en Newell’s. Los chicos son esponjas respecto del aprendizaje, están siempre predispuestos a incorporar nuevos conceptos, nuevos desafíos. Por supuesto que lo externo es sumamente complejo pero uno tiene que aprender a mediar con eso y hacerse resistente a lo que sucede.

—¿Cómo te llevas con la crítica del mundo del fútbol?

—La crítica es igual en todos lados. Lo que cambia son las dimensiones. En el fútbol está todo más exacerbado y además veo que el espíritu de la crítica es más agresivo. Yo trato de estar bastante aislado de lo que pasa ajeno al trabajo que hacemos aquí en Bella Vista. No es que no lea los diarios ni me entere de lo que pasa pero trato de hacerlo menos. Todavía me sorprende prender la radio y que por ahí aparezca mi nombre o estén hablando de mi trabajo o que cuando entregas la tarjeta de crédito en una estación de servicio el playero te pregunte si sos Mackey, el Newell’s.

—¿Cómo se le transmite eso a los chicos?

—Lo que yo trato de hacerles comprender es que la personalidad y la reputación son dos cosas distintas. Yo sé de mi personalidad y mi capacidad, después está lo que la gente opina de mí. Cuando la reputación invade la personalidad estás en problemas. Si estás todo el día pendiente de lo que digan las redes sociales, los medios de comunicación o lo que rodea a tu trabajo, empezás a dudar sobre si lo que estás haciendo está bien o no. Acá tenemos un plan estratégico armado desde el primer día, por escrito, y eso me permite saber si lo que yo pensaba desarrollar se está cumpliendo o no, al margen de lo que pase afuera de este predio. Si Messi no puede agradarle a todos, yo no puedo pretender nada. Sé que soy un tipo honesto, buen compañero, una persona que trata de evolucionar, de mejorar, de prepararse, después lo que opine el resto es justamente del resto. En este ambiente, todos estamos bajo sospecha debido a cuestiones que no tienen que ver conmigo, pero si yo soy parte de esto el mundo del fútbol dice que también estoy sospechado. 

—¿Te molestan las críticas hacia tu trabajo y los que pasaron por tu puesto?

—Es muy común buscar el éxito y el fracaso y a sus responsables. Ese pensamiento es muy habitual entre nosotros, no es sólo del fútbol. Por poner un ejemplo, Enzo Cabrera, que hoy está en Primera, no fue traído por nosotros pero sí fuimos nosotros los que le dimos la posibilidad de que tenga un lugar en la pensión. Y en este tiempo aumentó cinco kilos de masa muscular. El mérito de que haya llegado no es de nadie y es de todos. El mérito es de Newell’s, de todos los que trabajaron en la formación de todos los futbolistas. Y el mérito también es de Enzo, de su familia, del proceso. Nunca hay un solo responsable ni de lo bueno ni de lo malo. Messi, es Messi por él y por su circunstancia. Acá se criticó mucho el trabajo de Theyler y después de Picerni, pero valdría la pena mirar el contexto en el que trabajaron. Y por lo que yo veo han hecho un buen trabajo. Hay cosas que están muy bien y cosas que yo hubiera hecho de otra manera, pero eso no quiere decir que estén mal. Y yo me tomó de las bases que ellos construyeron para crecer.

—¿Cómo se planifica y se sistematiza en un club de fútbol?
—Un plan no es una formula. Es una línea organizativa bien marcada en la que se involucran varias cuestiones: Una es ofrecer las bases para que todos sepamos que todas las personas que están involucradas tienen la misma importancia, independientemente del rol que ocupen: mi tarea es tan relevante como la del que tiene que cortar el césped para que el lateral levante un buen centro y el 9 haga el gol. El sistema demanda por escrito una evaluación de cada uno de nosotros de manera periódica, tiene que describir y comprender a todos los personajes de todas las áreas involucradas en el trabajo: entrenadores, preparadores físicos, kinesiólogos, nutricionistas, médicos, psicólogos, departamento de captación, seguridad, analista de video, secretaria técnica, dirigentes y jugadores. Cada una de esas áreas tiene que desarrollar una metodología particular en la que cada recurso humano trabaje con una idea común. No puede pasar que un kinesiólogo trabaje con una metodología y otro con otra. No puede pasar que un PF saque a los chicos a correr a la arena y otro trabaje con la pelota en el campo buscando cosas distintas. No puede pasar que un entrenador pretenda que le tiren pelotazos al 9 y otro que salgan jugando del fondo. Entonces, lo que evitamos con eso es que si tenemos 15 equipos, esos trabajen como si fueran 15 clubes distintos adentro de uno solo. Acá vienen a aprender a ser futbolistas y eso es lo que tratamos de hacer.

—¿Cómo te llevas con los prejuicios que el futbolero tiene sobre vos que venís del rugby?

—Mirá, yo no les enseñé a jugar al rugby a Los Pumas ni vengo a enseñarle a jugar al fútbol a estos chicos. A mí no se me ocurriría decirle a algún técnico quien tiene que jugar. El plan estratégico que nosotros apuntamos se puede abordar desde cualquier deporte e incluso en otro tipo de organizaciones. Lo que yo hago es trabajar para que las más de 70 personas que trabajan acá tengan una gran libertad de pensamiento pero orientado hacia un lugar determinado. Mi tarea, para explicarla en pocas palabras, porque yo se que para mucha gente es medio difusa, es la de ser el director del colegio. Yo tengo que evaluar si el profesor de matemáticas da matemáticas como corresponde.

—¿Cuál es tu relación con el resultado deportivo?

—Cuando a los chicos se les exige un resultado desde afuera es peligroso, nosotros formamos futbolistas para que lleguen a Primera. Obvio que queremos ganar pero a veces hay otros resultados que valen. Newell’s volvió a tener 13 jugadores convocados a las selecciones menores después de muchísimo tiempo. Después de Vélez, es el equipo que más goles hizo en el fútbol argentino en inferiores. Nuestra séptima división es el equipo que más goles hizo de los 180 equipos que juegan en todas las categorías del fútbol argentino. Son cosas positivas pero ni siquiera eso nos asegura poder lograr que los chicos lleguen a Primera División, que es lo que realmente buscamos. Lo comparo con nuestro trabajo en Duendes. Mientras estuvimos nosotros, las inferiores no lograron ningún campeonato. Pero esos chicos, después, en 15 años lograron 17 títulos en Primera.

¿Es decir que no te importa ganar a cualquier precio?

—Mirá, lo que a mí me gustaba del equipo de Martino era que había educado al ojo de la gente. Si iba perdiendo, no le tiraban pelotazos al 9 porque sabían que lo que les había hecho ganar tantas veces era jugar a lo que sabían jugar. Entonces, si nosotros creemos que defendiendo lejos de nuestro arco -y con la pelota- estamos más a salvo de que nos hagan un gol, por qué le voy a pedir a los chicos que se metan atrás y defiendan adentro del área. Esas cosas se enseñan en estas edades formativas. Yo me identifico mucho con el equipo del ’88, con el de Bielsa que fue extraordinario pero el de Martino fue el que más me llenó.

—¿Pensaste alguna vez en trabajar para tipos a los que admiraste?

—La respuesta es que no lo sé. Yo siempre traté de formarme para poder ser una persona elegida para trabajar. Yo creo que hoy me siento preparado para trabajar en un lugar como éste que está lleno de nombres a los que admiro. Lo mismo me pasaba en la UAR. Si me preguntás si alguna vez pensé que podría trabajar para Llop, para Bielsa o para Martino la respuesta es que no lo sé. Tampoco me podía imaginar cuando me tocó ser PF de Los Pumas entrenar a Juan Martín Hernández, que es jugador top en el mundo. Yo siempre pensé en formarme para tener una oportunidad y no esperar esa oportunidad para empezar a formarme. Lo que sí me gustaría es que si esos nombres que cité en algún momento vuelven al club digan: “Esto está ordenado, esto está bien”. Por ahí se escucha siempre el rumor de que Bielsa va a volver. Ojalá sea que vuelve porque encuentra una estructura óptima que lo contenga. O si Messi en algún momento viene, que encuentre en lo futbolístico un desarrollo de jugadores, con un estilo de juego, con una calidad de compañeros que estén en condiciones de jugar con él. Yo no sé si pensé en trabajar para ellos, pero ahora que estoy acá si pienso en tratar de dejarle jugadores a Martino para que, si vuelve, pueda jugar como él quiere.

No hay comentarios:

Publicar un comentario